domingo, 30 de octubre de 2011

Burros, dientes, dinero, y lo que surja

Los patos venimos de Plutón, y no por ello somos enanos.
Planeta enano. Hijo de puta, te vía reventah la boca hasta que no puedas comer mah  poiiiiiiiias. Y así es como te ganas el respeto de la humanidad. Malditos. Plutón mola. Pequeñito pero acogedor. La Tierra no acoge. La Tierra acojona. Por eso os debemos destruir. Joputas. Cabrones. Sus vía reventar. Darme tiempo. Y ¿por qué siempre es chico conoce a chica? ¿Por qué nunca es chica conoce a chico? y ¿por qué eso? ¡eh!
Cada día me doy más cuenta de que... ¿qué más da de qué coño me de cuenta? ¿Realmente a alguien le importa la opinión de un pato? ¿Realmente a alguien le importa la opinión de quien se esconde tras el pato? ¿Realmente a alguien le importa la opinión de alguien que NO sea él mismo? y ¿es importante que alguien tome en cuenta tu opinión? no sé... los patos solemos tener opiniones muy parecidas, excepto cuando aquella vez en Alemania me volví ligeramente loco. Pero era algo necesario para la humanidad. Después de todo fui el causante de la II GM, pero el mérito se lo dieron a ese zopenco de Adolfo. Claro, es lo malo de tener que buscar representantes humanos en la Tierra. No servís pa nah, ni si quiera para meterme con vosotros. Claro, soy tan adorable. Los zoofílicos quieren follarme. Los heterosexuales me envidian, las mujeres me disputan y los gays me desean. Pero yo solo pertenezco a una mujer. Lenina. Puta comunista. La odio. Pero la quiero. Pero debería exterminarla. Es raro. No sé... Nunca sé nada, y cuando lo sé, no sé si lo sé de verdad o no. Igual lo sé todo y no lo sé que lo sé. ¡Yo que sé! Es todo muy raro.